Cuando El Zar Llegó A Constantinopla La Guerra Ruso-turca De 1877-1878

Con la Primera Guerra Mundial al acecho, el Imperio otomano estableció una coalición secreta con Alemania. A lo largo de la Enorme Guerra, el ejército otomano perdió más de dos tercios de sus soldados y murieron hasta tres millones de civiles. Entre ellos figuraban 1,5 millones de armenios, asesinados en matanzas y en marchas de la muerte durante su expulsión del territorio otomano.

Florencia, algo resentida por la dictadura de Savonarola, era el centro de la región mucho más próspera de la región. Suprimió el tributo general que había predeterminado la dieta de Worms 4 años atrás, e instauró una Junta Imperial con atribuciones legislativas y ejecutivas que chocó contra el propio Maximiliano I. El pequeño reino de Navarra, en cambio, se debatía traumáticamente entre la influencia castellana, aragonesa y francesa. Lo mismo sucedía en Aragón, donde el rey Fernando II había conocido aprovechar realmente bien su matrimonio con Isabel I para ratificar el poder real, tan mermado en tiempos de su padre. Además de esto, el acompañamiento castellano le dejó consolidar la presencia aragonesa en el Mediterráneo, interviniendo en la política napolitana, en el norte de África e incluso en el Mediterráneo oriental. Si bien la heredera de las coronas castellana y aragonesa pasaba a ser incuestionablemente su hermana Juana, casada con el duque Felipe de Borgoña, si esta muriera prematuramente, los derechos sucesorios recaerían nuevamente en la vivienda real portuguesa.

De Este Modo Fue El Apogeo Y La Caída Del Imperio Otomano

El siglo XV contempló la última etapa de esta evolución que terminó de consolidar monarquías aproximadamente tambaleantes. El segundo frente que el Magnífico tenía abierto con los Habsburgo se desarrollaba en las aguas del Mediterráneo occidental. Los otomanos no podían plantar cara a los Austrias en su propio territorio, pero sí los piratas y corsarios musulmanes que, desde sus situaciones en el norte de África, de manera especial desde Túnez y Argelia, atacaban las costas y los barcos españoles y también italianos. Desde su irrupción en Europa, con la conquista de Constantinopla por Mehmed II el año 1453, el poderío turco en el continente no había dejado de ir en aumento. El sultán Solimán el Magnífico, tras entrar al trono en 1520, solicitó al rey Luis II de Hungría que le rindiera tributo. Tras la guerra de Lepanto , su hijo, Felipe II , firmaría asimismo varias paces segregas con los turcos, de manera que el conflicto entre estos dos colosales fue poco a poco desarticulado y entre 1593 y finales de siglo apenas hubo combates.

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Así pues, el imperio que Solimán heredó de su padre era interminablemente mucho más rico, poderoso y inquietante de lo que nunca habría podido llegar a soñar doscientos años antes el fundador de aquella dinastía seminómada salida de las estepas de la Anatolia central. A Solimán se le conoce en Occidente con el sobrenombre del Magnífico exactamente por el esplendor y la opulencia de su corte, aparte de por su popularidad personal de hombre desprendido y desprendido. Al final, Soleimán se retiró a mediados de octubre a Constantinopla, pero la decisión llegaba tarde para sus ejércitos. La lluvia había dejado los caminos inaccesibles, el frío del otoño centroeuropeo golpeaba a hombres y bestias y los imperiales, victoriosos, no dejaron de acosar al enemigo en su retirada. En aquellas guerrillas de acoso brilló el nombre del español Juan de Manrique. Soldados de los tercios y otros de infantería sorprendieron a un grupo de turcos que habían dejado sus armas acumuladas, comiendo uvas en una viña junto a la Schottentor.

El Asedio De Plevna

En 1536, tuvieron lugar múltiples expediciones marítimas franco-otomanas contra los territorios hispánicos en Italia y las Islas baleares. Las flotas turcas asistieron en el altercado a Niza y otras poblaciones aliadas de España en 1542. Tras incendiar Reggio , la flota del corsario Barbarroja fue recibido entre chillidos de júbilo cuando se refugiaron en el puerto francés de Marsella. El Congreso de Berlín, entre junio y julio, certificó el aislamiento otomano, pero al tiempo motivó la furia por la parte de los paneslavistas contra Bismarck, que intentó limitar el influjo ruso sobre los Balcanes y dio un giro a su política en todo el mundo con una aproximación a Austria-Hungría.

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Además de esto, los reyes consideraban sus dominios como una propiedad personal que podían repartir entre sus hijos, que luego intentaban recomponerlos para regresar a repartirlos, en un desarrollo bastante traumático. La autoridad de los reyes había ido creciendo al unísono que surgía el término de estado indivisible, unido por el sentimiento nacional de sus habitantes. Para acrecentar su autoridad, los reyes se valieron de los enfrentamientos de intereses entre la nobleza, la burguesía y el clero, apoyándose en uno u otro estamento según las circunstancias, pero éstos también conseguían contrapartes por su acompañamiento a la monarquía. Estos procesos se canalizaron mediante parlamentos que proporcionaban legitimidad y autoridad a los reyes al unísono que las limitaban.

En este episodio, descubriremos las sorprendentes raíces de los otomanos, la excepcional velocidad a la que se transformaron en poderosos gobernantes de Europa, Oriente Medio y África. Al mismo tiempo, el nacionalismo eslavo en los Balcanes mermaba poco a poco más la influencia de Estambul sobre los súbditos cristianos del Imperio. La contestación del este ante las insurjas fue contundente; tanto que la prensa occidental propagó los cuentos de las masacres cometidas por las fuerzas otomanas o los numerosos irregulares bashi-bozuk que deambulaban junto a ellas. La última escalada de tensión entre Rusia y Turquía en Siria entronca con una historia secular de hostilidad que se remonta al siglo XVI.

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Si fue reprobable el ataque de los cruzados a Jerusalén en 1099 y sus secuelas, no debemos obviar la larga lista de conflictos entre ambas religiones, sin perder de vista los reiterados intentos del Islam de agredir y apoderarse la Europa cristiana. En Francia e Inglaterra habían triunfado respectivamente el galicanismo y el anglicanismo, que defendían el derecho del rey a regular los temas religiosos del país. En principio esto no suponía ninguna discrepancia en lo que se refiere al dogma , al tiempo que en Bohemia los husitas habían llegado aun a imponer algunas variaciones respecto del catolicismo oficial. Los Reyes Católicos, pese a su engañoso nombre, no habían dudado en chantajear al Papa Sixto IV sacando a la luz sus trapos sucios cuando éste pretendió negarles su derecho a denominar obispos.

El sultán Abdul Hamid II, ya muy desgastado, flirteó brevemente con la iniciativa de una monarquía constitucional antes de cambiar de rumbo a finales de la década de 1870. En 1908, los Jóvenes Turcos reformistas organizaron una revolución y restauraron la constitución. El Imperio otomano, que ya era un imperio dinástico con capital en Estambul, siguió expandiéndose por los Balcanes, Oriente Medio y el norte de África. Aunque era una dinastía, solo un papel —el del sultán, gobernante supremo— era hereditario. El resto de la élite del Imperio otomano debía ganarse sus puestos con independencia del nacimiento. En 1453, los descendientes de Osmán, en este momento denominados otomanos, derrotaron al Imperio bizantino cuando capturaron la ciudad en teoría inconquistable de Constantinopla.

La Guerra Ruso-turca De 1877-1878

Las dos a ojos del cristiano del siglo XI resultaban prácticamente inseparables. Y más que para los caballeros para las masas populares imbuidas de unas ideas que chocaron repetidamente con el orden social establecido. Son las llamadas cruzadas populares, como la de Pedro el Ermitaño, que precedió a la expedición de los caballeros, la de los Niños y la los Pastoreaux . Más de un siglo después, en 1683, se causó la Batalla de Kahlenberg en el contexto del llamado “Segundo sitio de Viena” donde los turcos otomanos de Mehmed IV asimismo fueron rechazados. A pesar de intentarlo en otro par de oportunidades, poco mucho más pudo ganar Solimán a los safávidas en los años siguientes, de manera que al fin se avendría a firmar el Tratado de Amasya, con el que reconocía el statu quo de sus respectivas situaciones. La última de las grandes peleas marítimas que Solimán emprendió fue contra los caballeros de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, los mismos a quienes había expulsado de Rodas.

Eugenio De Saboya: De Soldado Rechazado A Genio Militar

El rey Enrique VII había debido realizar en frente de múltiples conjuraciones apoyadas desde el exterior, pero al final se había ganado el respeto de sus súbditos a través de una aceptable administración y una ejemplar cooperación con el Parlamento. Irlanda era teóricamente parte de Inglaterra, pero en la práctica esto solo se traducía en que algunas de las familias dominantes en la isla tenían ascendencia inglesa y se daban a conocer más o menos leales a la Corona. Una última disputa con los Habsburgo llevará a Solimán a Hungría al frente de sus tropas. La noche anterior al combate en Szigetvár, en su tienda de campaña, un infarto acabó con su historia. Su historia, desde ese momento y hasta este día, formará parte de los mitos atemporales tanto en Oriente como en Occidente. España les había regalado otra isla, la de Malta –de donde tomaron su nuevo nombre, el de los Caballeros de Malta–.