Mucho más adelante, el lanzaroteño se trasladaría a Novedosa York, donde estuvo en contacto directo con movimientos trascendentales para el avance artístico del siglo XX, como el expresionismo abstracto o el arte pop. Habitada por el artista durante 20 años, desde 1968 hasta 1988, es la casa en la que más tiempo vivió. Sin duda, una obra que continuará en la isla y en la memoria de todo el que la visite, sea apasionado o no del arte y de la arquitectura, ya que resulta un lugar fascinante en el que identificarse con Lanzarote.
Nos adentramos en una de sus proyectos, quizá una que representa bien los especiales personales y artísticos de Manrique. La playa lanzaroteña de La Garita es una de las mucho más distendidas y lindas de la región norte de esta paradisíaca isla canaria… Manrique vivió en esta original vivienda hasta su muerte, y en 2013 fue abierta al público como Casa-Museo. Desde entonces se pueden recorrer las estancias de la vivienda y conocer el taller donde al artista trabajó hasta el final de sus días, que se mantiene tal y como él lo dejó. La Fundación César Manrique está situada en Tahiche, cerca de Arrecife, la capital de Lanzarote.
Hablamos de un recorrido sinuoso alrededor del núcleo primordial de las erupciones que crearon el paisaje actual y que tuvieron lugar de manera ininterrumpida entre 1730 y 1736. A lo largo de la ruta se tienen la posibilidad de ver grutas, cráteres, mantones de lava, extensiones inmensas de malpaís . El valor de la entrada individual es de 4 euros los adultos y 2 euros los pequeños de 7 a 12 años. La Gruta de los Verdes es como entrar en una novela de Julio VerneLa Cueva de los Verdes es, junto a los Jameos del Agua, una parte del tubo volcánico generado tras la erupción del Volcán de la Corona, situado en el noreste de Lanzarote.
Casa Museo Del Campesino
El artista comenzó las obras de rehabilitación de este viejo caserío en 1986, transformándose en su vivienda frecuente hasta 1.992, año de su fallecimiento. Resulta conveniente no olvidar que la Fundación se sitúa en un edificio ideado como vivienda y que, por consiguiente, está pensado para ser habitado, y no para mostrar pinturas y esculturas. Sin embargo, sería nuestro Manrique quien iniciara su reconversión en espacio museístico. La intervención consistió esencialmente en dejar libres las paredes, admitiendo de este modo la exposición de proyectos, y en hacer más simple la conexión entre las dos plantas. Hoy en día la vivienda es sede de la Casa Museo “un homenaje a la arquitectura clásico, reconsiderada desde una visión moderna donde prima lo estético y el confort, aparte de la integración en la naturaleza”, constantes todas especificaciones del quehacer de César Manrique. Es “una prolongación de la forma de habitar del artista y de su personalidad creativa.
Por el hecho de que César Manrique supo anticiparse a su tiempo y ver con los ojos del corazón las preciosas obras que el hombre puede realizar en armonía con la Naturaleza, transformando parajes inhóspitos y de pocos encantos en sitios realmente hermosos y llenos de espiritualidad. En el exterior, una la piscina, una pequeña pista de baile, el horno y la barbacoa, rodeados de vegetación y la presencia incesante del basalto. El último espacio, al salir de la vivienda, es el antiguo estudio del pintor, el día de hoy convertido en una sala donde se muestra su pintura. César Manrique murió en 1992 en su isla, la que proyectó y también imaginó y donde trabajó a fin de que fuera lo que es hoy.
Los Jameos Del Agua, El Abrazo De La Naturaleza
También, el contraste entre el negro de la roca volcánica y el blanco lumínico de las paredes se halla que se encuentra en toda la construcción. Este efecto resalta especialmente en las ubicaciones donde la roca mantiene su color original en la parte superior de la pared, pintándose en el campo inferior una franja de blanco, la que actúa como una especie de zócalo, como observamos en la piscina. Asimismo, todavía en la piscina, vemos cómo el arquitecto canario reaprovecha la materia lávica para hacer un puente. Por su lado, la planta inferior forma probablemente el mejor testimonio de la obsesión de Manrique por vincular arquitectura y naturaleza, en tanto que se organiza en torno a cinco burbujas volcánicas, las cuales fueron adaptadas para resultar habitables. El arquitecto las conectó mediante túneles libres en el basalto y también instaló en ellas, entre otros elementos, una piscina, una pista de baile y una barbacoa.
Este sitio fue usado como cobijo de la población local frente a los piratas berberiscos del norte de África durante los siglos XVI y XVII. La influencia de César Manrique en Lanzarote es tal que la isa no sería lo que es hoy en día. El urbanismo costero de Lanzarote es, salvo un par de puntos mínimos del territorio, un ejemplo de de qué forma se debe enfocar la construcción de un destino turístico.
Fue estrenado en los años 70 y posee la mejor vista de la Divertida y el archipiélago Chinijo (formado por La Graciosa y los islotes de Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste). La Casa-Museo funciona como un espacio cultural en el que se abrazan las diferentes vertientes del cosmos manriqueño dearte-naturaleza. Está el jardín asentado sobre cenizas volcánicas del que brota abundante vegetación, cactus y plantas en esencia, bajo la custodia de algunas de las 1000 palmeras de Haría. El marco naturista, fiel a la fijación de Manrique por mostrar, se consume desde distintas estancias de la vivienda, como la región de bienvenida convertida en vez de reposo o el lumínico cuarto de baño interior con vistas al pameral y los valles que acunan a Haría.
Lanzarote
Fue precisamente tras esta etapa en el momento en que decidió fijar finalmente su residencia en Lanzarote, consciente de la singularidad natural de la isla y de sus posibilidades de explotación turística. Así pues, a partir de la década de los sesenta, César Manrique inventó algunos de los edificios e instalaciones más icónicos de la isla, como el Mirador del Río, la vivienda llamada Lagomar o el Jardín de Cactus. Estas obras, al igual que la fundación, muestran una estrecha vinculación entre arte y naturaleza, si bien Manrique intervino en todas ellas con un talante de gran respeto por el medioambiente. En verdad, el lanzaroteño conseguiría reconocimientos así como el Premio Europa Nostra o el Premio Mundial de Ecología y Turismo por su manera respetuosa de armonizar arquitectura contemporánea y naturaleza. Mediante 2 patios, se accede a un asombroso planeta de pertenencias personales, utensilios, objetos encontrados y piezas artesanales a los que Manrique dotó de función estética.
Asimismo muy cercano a la Fundación César Manrique está el hotel Barceló Teguise Beach, un alojamiento solo para mayores con 305 habitaciones, la mayor parte de ellas con bañeras de masaje con agua en la propia terraza de la estancia o dentro suyo. Todas y cada una ellas tienen una decoración actual y tecnologizada, pero inspirada en la arquitectura local. Fundamental es el capítulo de la gastronomía, vanguardista, actual y muy asombroso, en los cinco restaurantes de este hotel, cada uno de ellos con una filosofía bien diferenciada.
César Manrique, Una Figura Imprescindible Para Comprender Lanzarote
Sus modelos están realizados con técnicas artesanales y, en su mayor parte, con materiales sostenibles como el palmito, la palma, cerámica o la cerámica, entre otros muchos, con los que crea desde sombreros y tocados hasta pendientes o broches. La vivienda clásico y el cuarto de aperos cuya función era la de almacenar las herramientas y el utillaje agrícola. Lamentablemente, debido a las regulaciones de salubridad, no podemos aceptar la entrada de mascotas en nuestro lugar, salvo en el caso de perros guías para personas con discapacidad visual.
Los fanáticos de la arquitectura gozarán con el singular edificio que acoge la sede de la Fundación César Manrique. El Taro de Tahíche, que es como se denomina la edificación, se encuentra en el concejo de Teguise, en la que fuera casa de César Manrique durante más de 20 años. El término taro se refiere a un tipo de construcción rural de las Islas Canarias con apariencia de torre circular, que se emplea para objetivos distintos, como, por ejemplo, sanar queso o almacenar aperos de labranza. La última apertura al público de la Casa Museo César Manrique, declarada Bien Cultural en el año 2003, es un emprendimiento de la Fundación que transporta su nombre y es en sí, un homenaje a la arquitectura tradicional en su integración con la naturaleza, constantes en el quehacer de este constructor canario y universal. La casa, de planta cuadrada y rodeada de una amplia huerta con palmeras, constaba inicialmente de 2 patios interiores, balconada, tres dormitorios, 2 baños, dos pequeñas salas, cocina y salón con chimenea de piedra. En los jardines circundantes se mezclan los contrastes fascinantes de la vegetación, los colores oscuros de la lava y ceniza volcánica y verdes, con las proyectos del artista.